El jengibre habita nuestra tierra hace miles de años, aunque de un tiempo a esta parte, se ha convertido en ese ¨no se que¨ que incluimos en nuestra cocina para realzar el sabor de los platos, para hacer galletas navideñas, porque leímos que hacía bien para la digestión o simplemente porque ha sabido ponerse de moda.
Mi primer encuentro con el jengibre fue hace ya casi 20 años mientras estudiaba mi posgrado en una universidad en Suiza. Nos presentaron formalmente en mi primer clase de cocina. Los asiáticos me miraban asombrados porque no conocía esa raíz de aspecto poco amistosa. Mucho menos para probar helado de jengibre!
Pasaron los años, y de a poquito la fui incorporando a mi alimentación, agua con limón y jengibre por las mañanas, ralladura de jengibre para realzar los sabores de las comidas, té de jengibre y miel. En fin, hoy esta raíz poco agraciada no solo es parte de mi vida, sino de la mayoría de la población.
¿Qué es el jengibre?
Para quienes nunca han visto la planta, les cuento que es originario del Sureste Asiático y pertenece a la familia de las zingiberáceas y tiene flores de color púrpura con fruto y un tallo subterráneo en forma de rizoma y es justamente el tallo lo que se consume en la cocina y se emplea en terapias medicinales. Si bien fue empleado por primera vez en China, en el campo de la medicina alternativa hace ya más de 2.000 años, el mayor productor mundial en este momento es Jamaica.
5 beneficios que la convierten en el must de una alimentación saludable:
Favorece la digestión: sus compuestos fenólicos ayudan a aliviar la irritación gastrointestinal.
Alivia dolores: actúa como analgésico, disminuyendo dolores musculares, menstruales, entre otros.
Actúa como antiinflamatorio: un estudio publicado en la revista Cancer Prevention Research descubrió que un suplemento de raíz de jengibre administrado a un grupo de voluntarios, redujo los marcadores de inflamación en el colon y agregaron que al disminuir la inflamación, el riesgo de cáncer de colon también disminuiría.
Elimina las náuseas: el jengibre es un buen remedio para aliviar esta sensación.
Mejora la circulación: entre todas sus propiedades, ayuda a reactivar la circulación sanguínea, mejorando el aspecto y sensación de piernas cansadas.
¿Mi receta favorita con jengibre?
Para comer todo el año y no solamente el tradicional Ginger Bread o pan de jengibre en Navidad! Les dejo una receta fácil, para cocinar con los peques y educarlos sobre la alimentación saludable jugando.
Galletas de avena, naranja y jengibre
Ingredientes:
90 gr de manteca o mantequilla
130 gr de azúcar morena
1 cda. de ralladura de naranja
180 gr de copos de avena
100 gr de harina 0000
1 tapita de extracto de vainilla
1 pizca de sal
1 cda. de jengibre molido
1 huevo
80 gr de naranja confitada picada
Preparación
Derretir la manteca y dejar enfriar.
En un bowl, mezclar el azúcar con la ralladura de naranja.
Añadir los copos de avena, la harina, el extracto de vainilla, la sal y el jengibre.
Mezclar todos los ingredientes e incorporar la manteca y el huevo ligeramente batido.
Agregar la naranja confitada en pequeñitos trozos y amasar hasta formar una masa homogénea.
Formar bolitas con las manos humedecidas y colocarlas en una bandeja previamente enmantecada (lo ideal utilizar un papel de pastelería antiadherente para que no se peguen), aplastandolas suavemente con el dedo.
Cocinar en horno precalentado, a 180 grados, por aproximadamente 10 minutos.
Dejar enfriar y servir con una deliciosa infusión.
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